A pesar de que el cáncer de mama es una enfermedad que afecta a muchas mujeres, cada historia es única. Hoy te comparto mi historia.
El 2014 cuando recibí la noticia de que tenía cáncer de mama, sentí que mi mundo se derrumbaba. De repente, me encontré en un valle de sombra, enfrentando una enfermedad que amenazaba mi vida y mi bienestar. Me sentía perdida, con miedo e impotente, sin saber cómo iba a sobrevivir a esta experiencia.
Sin embargo, a medida que avanzaba en mi tratamiento, empecé a encontrar consuelo y fortaleza con la ayuda de mi familia y comunidad de fe. Recordé el versículo de Salmos 23:4, que aprendí desde niña y dice: "Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento." Me di cuenta de que no estaba sola en este valle oscuro y aterrador; Dios estaba conmigo, sosteniéndome y guiándome en cada paso del camino.
Avanzaba en mi tratamiento y muchas visitas medicas con diferentes especialistas, aprendí a confiar y depender más en Dios de una manera más profunda y significativa. Me di cuenta de que aunque no podía controlar mi enfermedad, podía controlar mi respuesta y actitud. Podía elegir mantener la calma, paz y la esperanza en medio de mi proceso, sabiendo que Dios estaba conmigo y que me sostendría a través de cualquier dificultad.
Aprendi a depender completamente de Dios y a apreciar las pequeñas cosas de la vida, como el sol brillante en un día de verano, la risa de mis hijos y sus ocurrencias , la comida de mi mamá junto a sus buenos cuidados, el amor y la ayuda incondicional de mi esposo, el apoyo de la familia, amigos y la familia de fe. Aprendí a valorar cada momento como un regalo, sabiendo que mi tiempo en esta tierra era limitado, aprendí a comer más saludable, comencé a hacer ejercicio por recomendación medica y este hábito llegó para quedarse, aprendí a ser más compasiva y bondadosa con los demás, sabiendo que todos estamos luchando nuestras propias batallas
Hoy, puedo decir con confianza que he superado el cáncer gracias a la misericordia de Dios. Pero también sé que mi experiencia me ha cambiado para siempre. He aprendido a confiar más en Dios y a valorar más la vida. He aprendido que incluso en los momentos más oscuros, Dios está con nosotros, sosteniéndonos y guiándonos hacia la luz.
Así que si estás enfrentando un valle oscuro en tu propia vida, recuerda el versículo de Salmos 23:4. No estás solo; Dios está contigo, sosteniéndote y guiándote. Mantén la calma y la esperanza en medio de la tormenta, sabiendo que Dios está contigo y que te sostendrá.
Encontrando Paz en Medio de la Tormenta.