Ir al contenido

Cuando la Duda y el Miedo Amenazan



Todos hemos tenido esos momentos de incertidumbre, en los que las dudas y los miedos nos invaden al intentar confiar en Dios. Yo misma he pasado por ellos, cuando las circunstancias parecen más grandes que nuestra fe y, a veces, Dios parece estar en silencio. Pero aquí es donde descubrí algo fundamental: La fe no es la ausencia de dudas, sino la valentía de seguir confiando en Él a pesar de ellas. Y aunque es difícil, es en esos momentos cuando nuestra fe realmente crece.


¿Qué te parece este tono más cercano y reflexivo?


Una de las historias más poderosas sobre la fe y la duda en la Biblia es la de Pedro caminando sobre el agua. Imagínate la escena: es de noche, el viento sopla con fuerza, las olas golpean con furia la barca en la que están los discípulos. De repente, ven a Jesús caminando sobre el agua. Al principio, están aterrados, pero luego Pedro, con su característica audacia, le dice: “Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas” Mateo 14:28


Jesús le dice que vaya. Y Pedro da el primer paso. Y camina. 


Pero entonces, algo cambia. Pedro aparta la mirada de Jesús y se enfoca en las olas, en la tormenta, en la imposibilidad de lo que está haciendo. Y en ese instante, la duda y el miedo toman el control. Pedro comienza a hundirse. 


Mateo 14:30 nos dice: “Al ver el fuerte viento, tuvo miedo”. Y aquí está la gran lección: Pedro no comenzó a hundirse porque el viento aumentó o porque el agua se hizo más profunda. Comenzó a hundirse porque dejó de mirar a Jesús.


Pero Jesús no lo deja hundirse. En cuanto Pedro clama: “Señor, sálvame”, Jesús extiende su mano y lo rescata. Y con amor, pero también con firmeza, le dice: “¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” Mateo 14:31


¿Cuántas veces nos ha pasado lo mismo? Empezamos con entusiasmo en un nuevo camino con Dios, decidimos confiar en Él, pero luego vienen los problemas: la crisis económica, el diagnóstico médico, la pérdida de un ser querido, la incertidumbre sobre el futuro. Y en lugar de seguir mirando a Jesús, ponemos nuestra atención en las circunstancias, en lo que no podemos controlar, en lo que nos da miedo. Y ahí es cuando empezamos a hundirnos.


Cómo superar el miedo y la duda.


Si hoy te sientes así, quiero decirte algo: No te condenes por dudar. La duda no significa que no tienes fe; significa que necesitas fortalecerla. La clave está en lo que haces con esa duda: ¿la alimentas con temor o la llevas a Jesús? 


Aquí hay tres pasos prácticos que te ayudarán a superar el miedo y confiar más en Dios: 


1. Reconoce tus miedos y dudas

   No los ignores ni los minimices. Dios no espera que seas perfecto; Él quiere que seas honesto. Dile a Dios exactamente cómo te sientes. Pedro clamó: “Señor, sálvame”, y Jesús lo ayudó. Haz lo mismo.

2. Cambia tu enfoque

   Pedro se hundió cuando dejó de mirar a Jesús y miró las olas. Nosotros nos hundimos cuando enfocamos nuestra atención en los problemas en lugar de en la fidelidad de Dios. Cuando la duda te invada, vuelve a fijar tu mirada en Jesús.


3. Da pequeños pasos de fe 

   La confianza en Dios crece con la práctica. Ora cada día, sumérgete en su Palabra, rodéate de personas que fortalezcan tu fe. No esperes a sentirte fuerte para confiar en Dios; confía en Él y Él te hará fuerte.

 

Si hoy sientes que la duda y el miedo te están ahogando, te invito a hacer esta oración conmigo: 


Señor Jesús, hoy reconozco que muchas veces dejo que el miedo y la duda me controlen. Me cuesta confiar, me cuesta soltar el control. Pero hoy elijo mirarte a Ti en medio de la tormenta. Ayúdame a recordar que no estoy solo, que siempre extiendes tu mano para sostenerme. Dame la fe para caminar sobre las aguas de la incertidumbre, sabiendo que Tú nunca me dejarás hundir. En tu nombre, Jesús. Amén. 


Confía, avanza y sigue caminando. Jesús nunca te soltará. 





Cuando la Duda y el Miedo Amenazan
Patricia Zevallos 19 de febrero de 2025
Compartir
Etiquetas
Archivar
El Mejor Regalo